Nos hemos sentido muy a gusto al otro lado, y por eso queremos agradecer a todos los participantes de esta historia y a todos los que la han querido compartir con sus visitas y los que la compartan en un futuro.
Hasta pronto. Y...

salud!

Jose Luis trabaja en el restaurante "Oli en un llum", una de las cuatro patas del grupo Luz de Gas, que tiene como cabeza visible a Fede Sardà. Trabaja ahí desde hace 17 años. Conoció a Fede cuando era camarero en el local "La Tierra". Se le ofreció ser encargado de sala de lo que era en ese momento un proyecto, y aceptó. No tiene horarios, nunca sabe a qué hora saldrá del trabajo. Però no se queja. Le gusta lo que hace.
Juan Carlos González es un hombre serio y trabajador pero accesible. Hace 18 años instaló su bar restaurante 'L'antull' en la calle Europa 32, en pleno barrio de Les Corts. Allí busco refugio en un día de intensa lluvia. Pido un cortado, me lo sirve al minuto. 
Hoy visitamos la primera cocktelería de Barcelona (des del año 1933), el Boada's Cocktails. Son las tres de la tarde. Cuando entramos, nos atiende un camarero con traje y pajarita. Raúl, de 27 años, llega para cumplir su turno, por ahora de 3 a 5 de la tarde. Nos explica que es una buena hora para un cocktail aperitivo.

Joana López Lobato 42 años, de los que 22 años los ha pasado en la hostelería delante los fogones o detrás de la barra. Vive y trabaja en el barrio del Poblenou. Regenta el restaurante ‘Taulat’ que se encuentra en el 129 de esta calle cerca del cruce con María Aguiló. Añora la esencia de pueblo que ha perdido el barrio. “Antes todos nos conocíamos, ahora con la inmigración y la edificación intensiva esto se ha perdido”.

Tiene estudios de EGB, cursó formación para ser ATS para cuidar a gente mayor en residencias. No era lo suyo. Primero fue por obligación pero reconoce que con el tiempo cogió el gusto por la cocina.
Nos dice que detrás de la barra “se ve que la gente aparenta ser quien no es”. Además ha aprendido a rebajar el tópico de que los jóvenes son maleducados y la gente mayor no.
Le gusta la autonomía de llevar un restaurante, no tener jefes. Otro aspecto positivo de la profesión es el reconocimiento del cliente ante un buen plato o a un servicio satisfactorio. Le llena el contacto con la gente, “animar alguien que está mal”.
