Joana López Lobato 42 años, de los que 22 años los ha pasado en la hostelería delante los fogones o detrás de la barra. Vive y trabaja en el barrio del Poblenou. Regenta el restaurante ‘Taulat’ que se encuentra en el 129 de esta calle cerca del cruce con María Aguiló. Añora la esencia de pueblo que ha perdido el barrio. “Antes todos nos conocíamos, ahora con la inmigración y la edificación intensiva esto se ha perdido”.
Tiene estudios de EGB, cursó formación para ser ATS para cuidar a gente mayor en residencias. No era lo suyo. Primero fue por obligación pero reconoce que con el tiempo cogió el gusto por la cocina.
Nos dice que detrás de la barra “se ve que la gente aparenta ser quien no es”. Además ha aprendido a rebajar el tópico de que los jóvenes son maleducados y la gente mayor no.
Le gusta la autonomía de llevar un restaurante, no tener jefes. Otro aspecto positivo de la profesión es el reconocimiento del cliente ante un buen plato o a un servicio satisfactorio. Le llena el contacto con la gente, “animar alguien que está mal”.
En los momentos libres le gusta estar con los amigos y le gustaría dedicarles más tiempo. Sin embargo, no es fácil compaginar la vida personal con el extenso horario laboral –de 7h a 20h- que se prolonga hasta las dos de la madrugada los fines de semana. Un efecto de ello es que cuando pensó tener hijos su marido estaba en el paro y luego ella era demasiado mayor. A pesar de todo, reconoce que domingo ya desea volver a su restaurante ‘Taulat’.
El bar lo frecuentan los obreros y trabajadores para desayunar y comer. Por la noche el público es familiar, se cierra la barra y se canta a menudo el cumpleaños feliz para las cenas.
Ser camarero necesita psicología con el cliente, mirar si está de broma o no, aguantar cuando uno mismo no está de humor. Hay que tener equilibrio entre confianza y distancia aunque es más fácil lo primero. En este sentido ser mujer a veces puede ser un problema: “hay que estar en tu sitio, sino es más difícil". Lo peor de la profesión son aquellos clientes que no se dan cuenta que tiene un mal día o se muestran impacientes y tienen actitudes de “el cliente manda”, pasando por encima suyo.
Un buen camarero debe ser “educado y paciente”. “Todo el mundo sabe hacer cafés pero hacer uno bueno cuesta más”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario